A través de años de investigaciones y de recorridos mágico-trágicos por todo Colombia, asumió que el origen de su obra está trazado por la línea de violencia que se vive en el país, pero principalmente centró su obra en los símbolos de representación de las víctimas, sin caer en la victimización pornomisérica e irrespetuosa.
Su obra, aunque política, no cae en el panfleto ideológico, sino que más bien cuestiona a quienes la observamos y nos abre preguntas sobre la vida y la muerte, logrando de este modo que "El arte es la libre expresión de las facultades mentales del sujeto: imaginación, razón y entendimiento”. Es por esto que es reconocida en todo el mundo como una de las grandes escultoras del arte moderno.